Los nuevos paradigmas del Mercado de Trabajo (I): el concepto de trabajo, ya no es el mismo.


Desde hace tiempo se viene advirtiendo que el modelo actual del mercado de trabajo está obsoleto, y que da muestras evidentes de su incapacidad para ofrecer respuestas acertadas a las necesidades que la sociedad demanda.

Los numerosos cambios que desde hace más de dos décadas venimos experimentando,  han ido construyendo una nueva realidad social y económica que aún no se ve reflejada en instituciones y modelos operativos del propio mercado de trabajo. La coexistencia de viejos paradigmas con una realidad diferente, hace que habitualmente se entren en conflictos.

Por ello, es preciso que para entender mejor las claves de lo que realmente esta pasando, revisemos y actualicemos algunos de los conceptos más básicos. Uno de los primeros a revisar es el del propio mercado de trabajo y la evolución del concepto de trabajo y trabajador.

“El Mercado de Trabajo es de forma general:  Un espacio de intercambio económico dónde empresas y trabajadores se encuentran para crear valor.”

El problema viene cuando queremos definir que es lo que ofrecen los trabajadores para participar en el mercado de trabajo. La concepción del trabajo, es la clave.

“mercado de trabajo mercado en el que los individuos ofrecen su tiempo de trabajo a las empresas a cambio de salarios y percepciones. (12) ...”

TAYLOR, John B., Economía, glosario
Existen definiciones como ésta, dónde se centra en una concepción del trabajo en base a la actividad física y al tiempo. Dónde la productividad es la clave del valor. Este concepto del trabajo, es característico de modelos económicos basados en procesos industriales. Son heredados de las influencias tayloristas. Estas se caracterizan en:
  • Separación tajante entre planificación y diseño del trabajo.
  • Simplificación de las tareas y normalización del trabajo.
  • El trabajador recibe órdenes, apoyo y asesoramiento de expertos.
  • Establecimiento de medidas individuales de la productividad de cada empleado.
Este esquema de trabajo choca frontalmente, con una realidad que a principios del siglo XXI es bien diferente a la del siglo XIX y XX. Los trabajadores actuales son los más cualificados de toda la historia. La tasa de analfabetismo en 1890 era para los hombres del 69% y para las mujeres del 87%. La tasa de analfabetismo actual, es inferior al 2,1% (siendo en gran medida inmigrantes).

Pero esto no es nuevo,  Alvin Toffler en 1995, en su libro “El cambio del Poder” dijo: “El hecho más importante del siglo XX para la humanidad, fue como el ser humano ha sido capaz de pasar de crear valor de la fuerza física a hacerlo con su inteligencia”.  Es esencial que veamos este cambio.

Son muchas las personalidades que durante el último cuarto del siglo XX advertían de la importancia de este cambio.

Gary Becker economista liberal, premio Nobel en Economía 1991y padre del concepto del Capital Humano, introdujo el concepto de Conocimiento como activo intangible, capital amortizable y rentable del profesional. Peter Drucker, en esta linea evolucionó el concepto taylorista del blue & white collar por el de knowledge worker.

Pero a pesar de todo ello, los modelos con los que aún trabajan las AA.PP.  Y el mercado en general, siguen influenciados por los paradigmas de siglos pasados.

Y esto, ¿cómo se refleja en nuestra realidad?

Se refleja en la concepción del trabajo, su clasificación y en cómo se interactua desde las AA.PP. en  la coordinación de las políticas de empleo (activas y pasivas).

La idea Taylorista de un conocimiento generalista, flexible y adaptativo  a cualquier entorno profesional. Hizo posible que en aquella época  hubiera una gran movilidad profesional. La no automatización de procesos y la disposición de tecnologías muy rudimentarias, centraba en el trabajo y organización manual, el 100% de los procesos. Por ello es fácil comprender que para ese nivel de trabajo, un administrativo, pudiera ser igualmente útil, en una empresa textil, que en una oficina de correos.




Entorno operativo para administrativos.
La realidad actual, es bien distinta. Un administrativo FP II, actualmente módulo Medio, especializado en auditoria y contabilidad, no está capacitado para trabajar como administrativo de rr.hh. o de asistencia a dirección, etc.

Incluso, como me comentaba hace unos meses una gerente de SPE, “necesito una administrativa que sepa hacer ACTAS”. Los profesionales con una especialidad, cuando desarrollan una actividad profesional tienden a especializarse aún más. El uso de herramientas tecnológicas distintas, de legislaciones distintas,  de entornos operativos distintos, inclusive de estructuras organizativas distintas, hace que dos profesionales de un mismo sector no sean fácilmente sustituibles entre las empresas, inclusive en algunos casos sean totalmente incompatibles.




La Organización Internacional del Trabajo (OIT), aún continua trabajando con el sistema International Standard Classification of Occupations (ISCO). Este recurso, es aplicado por cada país miembro de la ONU para organizar el empleo. En España es a través del Catálogo Nacional de Ocupaciones (CNO), desde él, y a través de herramientas como el SISPE (Sistema de Información del Servicio Público de Empleo) se centralizan las políticas de empleo entre el ministerio y el resto de CC.AA.  En el último paquete de medidas de urgencia adoptadas por el gobierno el pasado 18 de febrero de 2011, se centran entorno al SISPE una parte importante de estas medidas.  Estas medidas no podrán ser efectivas, por este motivo.

La utilización de los CNO en las políticas activas de empleo, supone trabajar con un paradigma del mercado de trabajo, ya no solo ineficiente en términos operativos, sino distorsionante de la realidad social y económica del mercado de trabajo. Esto plantea la necesidad urgente de la modernización de los criterios con los que se trabaja, y pasar de los CNO a la clasificación del trabajo por competencias, definidas a través del CNCP, bajo el estándar del EQF.

Este cambio, tendrá efectos importante en todos los agentes sociales, públicos y privados . Ya que una de sus consecuencias inmediatas es la pérdida de valor de todos los sistemas y bases de datos curriculares actuales.

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