Los nuevos paradigmas del Mercado de Trabajo (II): Un nuevo concepto del Trabajo y del Trabajador.


Dicen que para reconocer los rasgos de una persona, es recomendable conocer a sus padres. En lo referente al mercado de trabajo pasa algo parecido. La evolución del Mercado de Trabajo del XIX hasta nuestros días, ha sido la historia de una sociedad que tras pasar por la revolución agrícola, entro de pleno en la Revolución Industrial. En este periodo de tiempo que resumen los últimos 130 años, hemos visto que desde su origen ha habido pocos cambios de fondo, y algunos más de forma.

Concepto del trabajador:
El concepto del trabajo, viene relacionado íntimamente con el concepto del trabajador, y vicebersa. En el XIX los movimientos migracionales del campo a la ciudad, para trabajar en las nuevas industrias. Planteaba la necesidad de un trabajo poco cualificado, manual o físico, que podía ser efectuado por personas sin ninguna formación. Los trabajadores constituían parte de la maquinaria de producción de las empresas. De ahí que se les reconociera como RECURSOS, recursos humanos. Terminología que aún es utilizada para designar a la dirección de personal.

Esta concepción del trabajo y del trabajador, se identifica en la imagen del blue & white collar, del modelo taylorista. Dónde la clasificación y separación del trabajo, entre los que hacían y los que pensaban, favorecía la creación de perfiles profesionales generalistas. Que aportaban facilidad para su movilidad e intercambio entre empresas y sectores. Era una clave estratégica para un rápido desarrollo industrial, que esbozaba un mercado de trabajo capaz de absorber a todos los trabajadores. En estas condiciones de partida, se configuran muchos de los paradigmas que actualmente, aún coexisten en nuestra sociedad.




Una tecnología rudimentaria, unos procesos básicos, una organización empresarial y administrativa, lenta, poco profesionalizada y muy burocrática. Junto a unos mercados incipientes, normalmente de carácter local y centrados siempre próximos a los centros de obtención de las materias primas, permitía que el perfil profesional de los trabajadores fuera bajo o muy bajo.

Esto cambia, al finalizar la segunda Guerra Mundial, con la incorporación a la sociedad civil de una gran parte de las invenciones tecnológicas desarrolladas para la guerra. Comienza a dibujar una nueva realidad en la percepción del trabajo y del trabajador. Comienza a definirse un nuevo tipo de empresas, que se centran en la complejidad de la electrónica y de las ingenierías.  Proyectos como el de SABRE 1962 (plataforma tecnológica de American Air Lines para la centralización de operaciones de venta de billetes de avión), o Visa 1964 (AmericaCard primera tarjeta de crédito de Bank of America). Son los primeros avisos de que algo importante está cambiando.

Economistas como Gary Becker, con su concepto del capital humano, comienzan a ser conscientes del cambio de paradigma. A medida que la sociedad esta mejor formada, no solo se baja la tasa de analfabetismo, sino se les forma en oficios o tareas profesionales, los trabajadores dejan de ser obreros y pasan a ser profesionales.

Alvin Toffler reconoce que esta transición posiblemente sea la más importante del siglo XX, la transición de trabajar con la fuerza física, a pasar a hacerlo con el conocimiento.

El gran cambio de paradigma, en la concepción del trabajo y del trabajador se produce en el último cuarto del siglo XX.  Un papel determinante juega en este cambio, el papel de la educación.  Su obligatoriedad progresiva hasta la educación secundaria, una formación profesional de calidad y una Universidad pública. Está logrando un cambio social que a nivel político aún no se ve reflejado.

Desde un punto de vista de la sociología, es significativo como el crecimiento de las clases medias está quitando protagonismo a las clases obreras. Esto es consecuencia del efecto capitalizador que tiene la educación sobre el trabajo, y su retribución. Cuanto mayor sea el grado de cualificación profesional (por el valor que aporta el capital humano) mayor es su retribución profesional.  Otro dato que avala este argumento, es la evolución de la renta per capita. En 80 años se ha pasado de menos de 5.800 € (1930), a 23.874 € (2010).

Otro dato a tener en cuenta es cruzar la Renta per Capita, por CC.AA.  Con los datos obtenidos del informe PISA. Dónde Extremadura  (16.714€) y Castilla la Mancha (18.222 €), muestran las RpC más bajas de España están asociadas al nivel educativo y al abandono escolar. (Datos enero 2010).

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